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Notas de prensa

Jornada de presentación “El reto de los cuidados sociosanitarios intermedios: mapa de recursos y propuestas de futuro”

Jueves, 27.10.2016
  • El concepto “cuidados sociosanitarios intermedios”, bien desarrollado en algunos países europeos, engloba las prestaciones y actividades que requieren los pacientes en transición entre el hospital de agudos y su domicilio, caracterizadas fundamentalmente por una situación de dependencia médica y social.
  • En España, el porcentaje de personas mayores de 65 años se ha duplicado en poco más de dos décadas, y el 45% de las altas médicas anuales se producen en esa franja de edad, buena parte de los cuales serían claros beneficiarios de los cuidados sociosanitarios intermedios.
  • Recuperación del paciente de fracturas de cadera o de episodios cerebrovasculares son algunos ejemplos que podrían ser atendidos en un entorno de “cuidados intermedios”, en el que se ofrecen servicios de enfermería, rehabilitación y actos médicos de baja complejidad para ayudar al enfermo a recuperar su funcionalidad.
  • La situación de nuestro país es claramente deficitaria en relación a otros países de nuestro entorno como Alemania, Suiza o Francia que ofrecen una cobertura en servicios sociosanitarios intermedios -basada en centros específicos, unidades residenciales debidamente acreditadas y una atención domiciliaria suficientemente formada y dotada- hasta siete veces mayor. Para hacer frente a las necesidades de los pacientes con cuidados sociosanitarios intermedios se precisarían unas 19.624 plazas adicionales en centros o 161.162 plazas de atención hospitalaria a domicilio, según las conclusiones del Informe IDIS.
  • Hay claras desigualdades en la disponibilidad de recursos sociosanitarios intermedios entre las diferentes comunidades autónomas. Destacan las excepciones de Cataluña respecto a la oferta de camas sociosanitarias y la Comunidad Valenciana en relación a las plazas de atención domiciliaria.
  • Acceso al informe aquí .
Madrid, 27 de octubre de 2016.- El envejecimiento demográfico de la población de los países desarrollados está cambiando las previsiones sociales y sanitarias de la sociedad occidental. Los avances científicos, médicos y técnicos han incrementado la esperanza de vida sustancialmente, un logro que está planteando nuevos retos no solo en términos económicos y sociales, sino también asistenciales. Concretamente en España, el porcentaje de personas mayores de 65 años se ha duplicado en poco más de dos décadas y, según las previsiones, en el año 2050 la población que haya superado esa edad se situará en el 36%, colocando a nuestro país como tercera nación más envejecida del mundo, por detrás de Japón y Corea.

La atención sociosanitaria no implica tan solo al proceso de envejecimiento aunque en buena parte de las ocasiones los cuidados y la atención sociosanitaria están íntimamente ligados a este proceso. Una estrategia en este contexto debe contemplar cuatro ámbitos diferenciados aunque no excluyentes, personas con pérdida de la autonomía, personas con enfermedades crónicas, personas con necesidades de cuidados intermedios post-hospitalarios y personas con necesidades de atención en salud mental.

Los datos de varios estudios económicos establecen que para ofrecer una cobertura universal en condiciones de equidad a este segmento de la población será necesario al menos doblar el gasto sanitario, lo cual plantea el reto de generar nuevas estructuras o reconvertir eficazmente los servicios ya existentes. Y analizar ese reto, valorando los recursos disponibles, es también el objetivo del Informe que la Fundación Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), en colaboración con la Fundación Edad&Vida, ha llevado a cabo, bajo la denominación “El reto de los cuidados sociosanitarios intermedios: Mapa de recursos y propuestas de futuro”, y que ha sido presentado hoy en Madrid, en el marco de una jornada que ha clausurado el director general del IMSERSO, César Antón.

A tenor de los datos revisados en este informe, España tiene aún un largo recorrido por delante si quiere situarse al nivel de los países de su entorno respecto al tejido de los cuidados sociosanitarios intermedios, un concepto que engloba las prestaciones y actividades que requieren los pacientes en transición entre el hospital de agudos y su domicilio, caracterizadas fundamentalmente por una situación de dependencia médica y social.

El documento muestra un panorama sanitario en el que el 45% de las altas médicas anuales se producen en pacientes mayores de 65 años, buena parte de los cuales serían claros beneficiarios de los cuidados sociosanitarios intermedios (fracturas de cadera, episodios cerebrovasculares, seguimiento de un episodio agudo...). “Cada vez tenemos más pacientes con dolencias y patologías que precisan cuidados intermedios. Se trata de servicios de enfermería, rehabilitación y actos médicos de baja complejidad para que el paciente recupere su funcionalidad después de un episodio que requiere una recuperación más o menos prolongada y el entorno de hospitalización de agudos no es el más adecuado”, sostiene Ramón Berra, director general de Sanyres durante la elaboración del trabajo de campo.

Este especialista reconoce la función de estos centros porque son “muy resolutivos”, pero recuerda que los pacientes con este perfil requieren, además de capacidad resolutiva, “confortabilidad y atención prolongada y multidisciplinar. Hay que recordar que estas personas van a necesitarlos durante periodos que suelen oscilar entre las dos y las seis semanas, de manera que se deben valorar parámetros más allá de la mera resolución del episodio concreto que ha llevado al paciente al hospital, tales como alimentación, rehabilitación, entretenimiento, curas o seguimiento de otras patologías, por poner varios ejemplos”.

La inexistencia de los recursos sociosanitarios requeridos por este perfil de usuario está causando, según destaca el informe, además de ineficiencias asistenciales derivadas del alargamiento de la estancia de estos usuarios en hospitales de agudos, un gasto estimado de 884,8 millones de euros, equivalentes a 4.300 camas de hospitalización.

También se detectan carencias derivadas de altas tempranas seguidas del posterior ingreso en centros residenciales privados o de la marcha al domicilio; entornos que en muchas ocasiones tampoco disponen de los recursos necesarios para ofrecer una buena rehabilitación del paciente.

Además, el informe ha puesto de manifiesto claras desigualdades en la disponibilidad de recursos sociosanitarios intermedios entre las diferentes comunidades autónomas. Destacan las excepciones de Cataluña respecto a la oferta de camas sociosanitarias y la Comunidad Valenciana en relación a las plazas a domicilio. Por su parte, las comunidades con menor densidad de población se encuentran en una situación algo mejor en cuanto a plazas en centros residenciales.

En cualquier caso, la situación de nuestro país es claramente deficitaria en relación a otros países de nuestro entorno como Alemania, Suiza o Francia que ofrecen una cobertura en servicios sociosanitarios intermedios hasta siete veces mayor que España. “Hasta ahora la demanda se ha absorbido de forma bastante eficiente, pero la transformación de la realidad demográfica y social nos indica que estos mecanismos no podrán mantenerse durante mucho más tiempo. La alternativa más sensata, con mejor coste y mayores beneficios para los pacientes pasa, sin duda, por los cuidados sociosanitarios intermedios, ya sean ofrecidos en un centro específico, en centros residenciales debidamente acreditados o en el propio domicilio del paciente”, resume Manuel Vilches, director general del IDIS. Según las conclusiones del informe, para hacer frente a las necesidades de los pacientes con cuidados sociosanitarios intermedios se precisarían unas 19.624 plazas adicionales en centros o 161.162 plazas de atención hospitalaria a domicilio.

Beneficios de los cuidados sociosanitarios intermedios

La evidencia revisada para la elaboración de este informe revela que los servicios sociosanitarios intermedios mejoran la satisfacción del paciente que demanda una atención más integral, reducen el número de readmisiones hospitalarias y la utilización de otros servicios sanitarios (visitas y urgencias), además de aliviar la carga asistencialde los centros de hospitalización de agudos.

Asimismo, estos servicios intermedios obtienen los mismos resultados en términos de mortalidad y recuperación funcional de los pacientes que los que se obtienen en centros de hospitalización de agudos. Todos estos datos instan a los expertos a reclamar una serie de medidas de implantación urgente para hacer posible el desarrollo de un sistema de cuidados intermedios al mismo nivel que los países de nuestro entorno, basado en centros específicos, unidades residenciales debidamente acreditadas y una atención domiciliaria suficientemente formada y dotada. Y, en este escenario, el sector sanitario privado es un aliado imprescindible del sistema sanitario público, para articular el conjunto de medidas necesarias y asumir el reto de manera exitosa.

Es necesario establecer los cuidados sociosanitarios como una prioridad política. Además, hay que desarrollar un sistema de acreditación de centros para asegurar la calidad de los servicios y apostar por un desarrollo normativo que defina el perfil del beneficiario, la cartera de servicios y las bases del modelo asistencial para asegurar la equidad asistencial”, explica Adolfo Fernández-Valmayor, presidente del IDIS.

Por su parte, Luis Mayero, secretario general del IDIS apunta que “el sector privado, a través de su extensa red de centros y profesionales, asume actualmente buena parte de la presión social y asistencial que generan estas situaciones de dependencia y cronicidad, de manera que se encuentra perfectamente preparado para afrontar este nuevo reto, ya que en los últimos años ha sido especialmente patente su apuesta por la calidad, los resultados y la eficiencia”.

Eduardo Rodríguez Rovira, presidente de la Fundación Edad&Vida, ha destacado la contribución de este estudio a la construcción de un sistema de atención centrado en la persona, que dé respuesta a sus necesidades sanitarias y sociales, mejorando su satisfacción. “La utilización del dispositivo asistencial más adecuado en cada momento -explica- conlleva una mejora en la eficiencia, al liberarse recursos de los hospitales de agudos, con un coste estancia/día mucho más elevado que el de otros niveles asistenciales. Desde Edad&Vida querríamos llamar la atención sobre el rol que deberían tener los centros residenciales debidamente acreditados como dispositivos de atención sociosanitaria o atención intermedia

Las conclusiones del documento auguran un futuro marcado por la necesidad de prestar servicios sanitarios adecuados a un perfil de paciente cada vez más mayor, con una dependencia y cronicidad crecientes, e insisten en responder a esta demanda con iniciativas que contribuyan a crear un entorno sociosanitario integrado, solvente y sostenible.